Vlad Tepes fue un príncipe rumano que ha propiciado grandes controversias. Para algunos fue un héroe que luchó por la independencia de Rumanía, mientras que para otros fue un sádico gobernante que le gustaba matar por simple placer. Su historia ha contribuido a estructurar y moldear el mito del vampiro gracias al escritor irlandés Bram Stoker, quien se inspiró en él para escribir su famosa novela Drácula.
El origen
El mito del vampiro se consolidó como una realidad en la Europa Medieval debido a temores ancestrales, así como algunos sucesos considerados, en ese entonces, como inexplicables. Uno de los cuales era la creencia de que los muertos podían volver a la vida, especialmente si habían sido suicidas, licántropos, excomulgados, brujos, hechiceros o personas enterradas sin los ritos tradicionales.
Los casos de necrofilia, o cualquier otra perversión que implicaba el robo de cadáveres, así como los entierros prematuros de personas en estado de coma o cataléptico, forjaron la idea de que los muertos podían salir de sus tumbas. Por otro lado, las personas que mostraban un deseo patológico por la sangre contribuyeron a la formación del mito del vampiro.
A lo largo de los siglos, estos incidentes se fueron difundiendo en Europa gracias a los viajeros. Y los escritores del siglo XIX expandieron la creencia por medio de sus novelas de terror. Pero fue la novela Drácula, del escritor irlandés Bram Stoker, la que catapultó el mito. Sin embargo, el Drácula de la novela es una pálida figura comparada con el verdadero príncipe de Valaquia, Vlad Tepes III, personaje histórico que sirvió de inspiración a Stoker.

Hijo del diablo
Vlad Tepes III nació en la ciudad de Schassburg, Transilvania, en 1431. Teniendo 13 años de edad, su padre, el cruel Vlad Dracul, lo entregó como rehén a Murat II, sultán del Imperio Otomano para establecer la paz. Durante ese tiempo, el mismo sultán lo educó e instruyó.
El padre de Vlad era conocido como Dracul o Vlad Dracul, debido a que pertenecía a la Orden del Dragón, un grupo de caballeros guerreros que tenía la finalidad de luchar contra los turcos. El término Dracul, en el antiguo vocablo rumano, significa Diablo, aunque también se asocia a Dragón. En un ambiente de intrigas y traiciones, Vlad Dracul gobernó el principado de Valaquia entre 1436 y 1447.
Varios años después, su hijo Vlad regreso a Valaquia para enterarse que su padre había sido asesinado en 1447, a manos de su enemigo, el conde Ioan de Hunedoara (eminente militar, voivoda de Transilvania y regente del reino de Hungría), así como de los boyardos. El joven príncipe se vio obligado a luchar por el trono que, por derecho, le correspondía. Para tal fin pidió ayuda a los turcos quienes decidieron apoyarlo para convertirlo en gobernante del principado de Valaquia. Aunque logró llegar al trono y obtuvo el poder de Valaqui, lo destronó el asesino de su padre, Ioan de Hunedo, quien puso en su lugar a Vladislav II.
Lucha por el poder
Aunque hay muchos detalles desconocidos en los inicios de su principado, se sabe que Vlad enfrió su relación con los turcos. Inexplicablemente comenzó a estrechar relaciones con el asesino de su padre, Iancu. Tiempo después, y con la ayuda militar de la Casa Báthory, Vlad luchó contra Vladislav II ganándole la batalla así como el reinado de Valaquia. Según las crónicas, Vlad lo hizo decapitar en la plaza principal.
Así inició su sanguinaria carrera quemando en la hoguera a los rebeldes, así como a los que pretendían el trono de Valaquia. En las poblaciones que no aceptaban su reinado, fueron asesinados hombres, mujeres y niños por medio del empalamiento. En 1459 mandó asesinar a 30,000 colonos alemanes. Según algunos documentos y grabados, de 1456 a 1462 masacró entre 40,000 y 100,000 personas. El método predilecto fue el empalamiento.

Vlad Draculea
Al llegar al poder, se vengó de los asesinos de su padre, los boyardos. En 1459, con motivo de la Pascua, los invitó a una cena de gala. Al encerrarlos en el salón, capturó a los más viejos para después mandarlos empalar. A los jóvenes los tomó por esclavos para construir su castillo.
El ejército de Vlad arrasó poblados y ciudades enteras que no pagaban tributo o que se revelaban. Los masacraban sin importar que fueran musulmanes, turcos, ortodoxos o católicos. Existen infinidad de relatos sobre incidentes específicos y matanzas multitudinarias, llevadas a cabo por el “Empalador”. Su fama de hombre cruel traspasó las fronteras hasta llegar al Imperio Otomano.
Conocido como Vlad Draculea (que significa en rumano antiguo Hijo del Dragón o Hijo del Diablo), su sobrenombre de Vlad “el Empalador” se difundió rápidamente sembrando el miedo en comarcas y poblados. Más aun, entre sus enemigos.
Vlad “el Empalador”
Consolidado en el trono, Vlad dejó de pagar impuestos al sultán Mohamed II, quien gobernaba y administraba esos territorios, situación que derivó en múltiples guerras entre los ejércitos de Vlad y el Imperio Otomano.
Desde 1448 hasta 1468, Vlad se hizo famoso por su agresividad en la guerra contra los turcos, pero su sobrenombre de Tepes o “El Empalador” no lo conquistó como guerrero, sino como asesino cuya depravación por matar, torturar y descuartizar era excesivo, incluso para sus bestiales contemporáneos.
Sus enemigos derrotados eran ensartados en estacas que les atravesaban todo el cuerpo. También se permitía mandar atormentar a sus prisioneros hasta verlos morir de forma lenta. En algunos casos, les mandaba cortar las manos o los pies, para después empalarlos con agudas estacas de madera.
Derrota
Después de sufrir varios incidentes atroces y derrotas, el sultán Mohamed II preparó un poderoso ejército para vencer a Vlad; según se sabe, eran cerca de 150,000 soldados, con una poderosa caballería así como una flota que navegaría por el Danubio. Después de varias batallas y matanzas, Vlad fue capturado y encerrado en prisión, en agosto de 1462.
Aunque muchos hechos no están claros, se sabe que Vlad salió de prisión en 1474. Se ignora si escapó o lo dejaron libre. Lo cierto es que recuperó el trono y combatió, en una última batalla, contra los turcos en 1476, donde murió. La forma en como sucedió es un verdadero misterio. Algunas versiones indican que fue asesinado en el fragor de la batalla por los boyardos. Otros aseguran que su guardia personal lo traicionó y lo acuchilló por la espalda.
La versión más aceptada siguiere que, al ver la derrota, se disfrazó de soldado turco y huyó por el bosque. Sin embargo, irónicamente, sus aliados lo confundieron y lo mataron al verlo. Más allá de especulaciones, lo cierto es que los turcos llevaron su cabeza ante Mohamed II, que lo dejó en una estaca en Constantinopla. Su cuerpo nunca fue sepultado, aunque hay rumores que lo ubican en el monasterio de Sangov.
Más allá de la leyenda
Es posible que algunos lectores se decepcionen al saber que Vlad Tepes, si bien fue un guerrero sanguinario y cruel, sus contemporáneos nunca le atribuyeron características de vampiro, entendido este como un chupador de sangre humana.
Que lo asociaran al “diablo” o al “dragón” fue debido a su sobrenombre, Drácula, que significa hijo del diablo, herencia de su padre, Dracul, por pertenecer a la Orden del Dragón. Con el tiempo, el nombre de Drácula (símbolo del dragón) se asoció con la imagen del diablo, y el animal con quien más se identifica a Satanás es el murciélago. En ese sentido, muchas leyendas rumanas terminaron por identificar a Drácula con un vampiro. El cine hizo lo demás.