El 10 de abril de 1912, el trasatlántico de lujo de la línea White Star Line zarpó de Southampton, Inglaterra, con destino a Nueva York, Estados Unidos. En ese momento era el barco más grande y avanzado de su época. Tenía 882 pies de largo, capacidad para 2,787 personas, veinte lanchas de salvamento, tres hélices y se consideraba insumergible. Era su primer travesía por el mar. Su nombre era RMS Titanic.
Durante la madrugada del 14 de abril, y a una velocidad de 22,5 nudos, se hundió tras chocar con un iceberg. Una de las mayores desgracias había ocurrido. En el accidente murieron 1,514 personas en el oscuro y frío mar del norte del Atlántico, debido a que el barco no contaba con la cantidad suficiente de lanchas de rescate.
¿Suceso anticipado?
En 1898, el escritor norteamericano Morgan Robertson publicó su libro Futility, or the Wreck of the Titan, novela que narra el naufragio de un barco de lujo, único en cuanto a sus características: con 240 metros de largo y que era impulsado por tres hélices. El nombre del barco era SS Titán. En su primera travesía, en abril, chocaba con un iceberg, a una velocidad de 25 nudos. En el accidente morían ahogados la mayoría de los pasajeros debido a que solo tenía 24 lanchas de salvamento.
Catorce años después, el Titanic, (similar en nombre, medidas y situaciones a la novela de Morgan Robertson) se hundió.
Preguntas sin respuesta
¿Morgan Robertson visualizó el futuro y lo plasmó en su libro? ¿Será coincidencia? ¿El constructor del Titanic se inspiró en la novela Futility, para construir el Titanic? De ser así ¿cómo se explica que, tanto el Titanic como el Titán se hayan hundido en el mismo mes, al chocar con un iceberg en su primera travesía? Y queda por explicar cómo es posible la similitud en el número de fallecidos (en el Titanic murieron 1,514 mientras que en la novela fallecen 3,000).
Para los historiadores más serios, el caso resulta sorprendente; sin embargo le prestan poca atención. Los investigadores actuales lo consideran digno de un estudio profundo y detallado que puede dar indicios sobre la capacidad de percibir sucesos del futuro, también conocidos como premoniciones.
Lo cierto es que las similitudes entre el Titán y el Titanic no son del todo iguales y, por lo tanto, no se puede afirmar que es una prueba contundente de una predicción. Sin embargo, estas similitudes difícilmente son producto de la casualidad.